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Si Rajoy hubiera emigrado a Suiza…

Foto en blanco y negro de las manifestaciones a favor de la independencia del Jura
En 1972, el grupo separatista Beliers se manifestaba para exigir la 'independencia' del Jura del cantón de Berna. En 1979, su sueño se haría realidad. Keystone

¡Qué lástima que los padres de Mariano Rajoy no emigraran desde Galicia a Suiza como los míos! Seguro que habría manejado diferentemente el referéndum en Cataluña.

Allá, por los años 60, cuando la generación mis padres llegó a Suiza, saboreó un fruto que les estaba prohibido catar en la España de Franco que habían dejado atrás: la democracia. Atónitos, observaron cómo los suizos acudían disciplinadamente a las urnas varias veces al año para dar su opinión sobre temas tan dispares como la lucha contra el alcoholismo o la contaminación del agua.

Incrédulos, a los pocos años de llegar, vieron cómo ellos mismos se convertían en un asunto electoral, cuando los suizos decidieron votar sobre su propia presencia en ese país. Aún recuerdo la febrilidad con la que esperamos los resultados de aquellos dos domingos de votaciones de 1970 y 1974 y el alivio que sentimos todos cuando nos enteramos por la tele de que no teníamos que hacer las maletas.

Antonio Castiñeira, hijo de emigrantes gallegos, nació en 1966 en Delémont, la capital del cantón Jura. Es periodista y colabora con swissinfo.ch.

Gracias a la emigración, la generación de mis padres, la de la posguerra, descubría en el extranjero que la democracia no era ese invento diabólico que le habían contado en su país. Allí, en Suiza, la gente debatía sin enfadarse, hacía campaña sin golpes y emitía sus opiniones sin elevar demasiado la voz. Los sindicatos defendían la reducción de la semana labora sin ser reprimidos. 

Autodeterminación en inmersión

¡Qué lástima, la verdad, que los padres de Mariano Rajoy no hayan emigrado como los míos a Delémont, la ciudad en la que nací hace más de 50 años, a proximidad de Basilea y de la frontera francesa! Allí podrían haber experimentado, en inmersión total, la organización de un referéndum de autodeterminación. Ocurrió en la primavera de 1974, cuando la amplia mayoría de esa región del noroeste de Suiza decidió separarse democráticamente del cantón de Berna para formar su propio cantón.

Durante los años que precedieron el referéndum, recuerdo que contemplábamos cada segundo domingo de septiembre, desde la ventana de nuestro piso, a decenas de miles de personas que desfilaban al grito de “Jura Libre”. El tono era reivindicativo, pero también festivo. Era “la Fiesta del pueblo”, como se llamaba oficialmente ese fin de semana de movilización, al que la gente acudía para exigir “la independencia” de Berna y luego bailaba bajo una carpa gigante colocada en el patio de mi escuela, como en las aldeas gallegas en verano. 

De haber crecido en este ambiente, quizás Mariano Rajoy se habría identificado con la causa del Jura como yo. Con apenas diez años, participé un día en la destrucción de una bandera de Berna con los compañeros de mi equipo de fútbol durante una pausa en territorio “hostil”, camino a un torneo juvenil en Ginebra. Es cierto que todo no fue perfecto en el Jura, que hubo enfrentamientos, pero el derecho a decidir fue la solución.

De “buena estirpe

¡Sí, qué lástima que Mariano Rajoy no haya crecido como yo en el recién nacido cantón del Jura! Podría haberse dado cuenta de que todos los habitantes de España, como los suizos, no hablaban el mismo idioma y tampoco tenían la misma bandera. Como me ocurrió cuando vi desfilar por delante de casa a un centenar de personas con la senyera [bandera catalana] a principios de los 80. Acudieron a Delémont a inaugurar “una plaza del país catalán”, donde plantaron un árbol en medio de lo que era el campo que los chicos del barrio utilizábamos para jugar al fútbol. En plena transición, el recién nacido cantón del Jura rendía homenaje a Cataluña por su ansia de libertad. 

Une pena, de verdad, que Mariano Rajoy no emigrara al cantón del Jura. Seguro que no habría recurrido el ‘Estatut de Catalunya’ ante el Tribunal Constitucional. Hubiese aprendido del Jura que no se juega con los sentimientos profundos de un pueblo. Tampoco hubiese permitido la represión el 2-O, porque sus años en Delémont le habrían enseñado que la violencia es más que contraproducente en estos casos. Es un error.  

Lamentablemente, Mariano Rajoy no emigró a Suiza. En las familias gallegas de “buena estirpe” como la suya, esas cosas no se hacen. Una lástima…

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